Capítulo 3 – La Tercera Sombra

Mama llevaba un rato sin haber vuelto a derramar una lágrima. No lo hizo incluso cuando el Hombre Malo llegó y entró en casa.

Mama está en el suelo. El hombre malo la patea varias veces con la punta del pie. Sin fuerza. Como si esperará que mamá le dijera algo.

Mama no se mueve. No dice nada.

“¿Qué mierda ha pasado aquí”. Se agacha, coge a mamá y la levanta del suelo.

Se gira y me mira. Me mira a la cara con sus ojos de loco. Pienso en lanzarle a Car, pero no lo hago. No quiero hacerle daño. No quiero hacerle daño a Car.

Dejo el vaso de agua amarga que me dio mamá en suelo. Me siento. Quiero desaparecer. Quiero que la tierra me engulla.

“¿Qué coño ha pasado?” insiste, sin apartar su mirada de mi.

No sé qué decirle. No sé a qué se refiere. Recuerdo lo que me dijo Car. Asiento con la cabeza.

“¡Jodido y retrasado subnormal!”. Otro nombre.

No digo nada. Lo único que recuerdo es a mama diciéndome que me quería, hace tan solo unas horas. Me dijo que lo sentía. ¿El qué sentía? ¿Porque lo sentía? Me dijo que fuera con ella, pero no pude. No quise.

“Cariño, mama te quiere.” “¿Me quieres?” No digo nada. Tampoco asiento con la cabeza como hice otras veces. Por favor cariño, quiero escuchar tu voz al menos una vez. Car no dice nada.

“Por lo menos acércate aquí cariño. Déjame que te dé un beso.” No quiero un beso. No quiero que me toque.

“Oh, Christian. Siempre pensé que cuando tuviera un bebe, le daría amor y podía criarlo en una bonita casa con columpios en el jardín de atrás. Pensé que podría leerle cuentos y ver como crecía.”

“Lo siento cariño. Lo siento mucho.”

Sus lágrimas de repente se tornan sollozos. No quiero volver a mirarla. Miro a Car.

“Buen chico. Vete a jugar con Car. No me mires. Cuida de él”. Los sollozos se tornan llanto.

¿Cómo sabe su nombre? ¿Se lo diría mientras dormía?¿Se lo diría Car?

Me voy a la esquina de la habitación y me siento en el suelo. La respiración de mamá se acelera y su llanto desgarrado se hace cada vez más y más ruidoso. Cierro los ojos con fuerza.

Al cabo de unos minutos todo cesa. Se hace el silencio. Eso es todo lo que recuerdo.

Quiero decirle al Hombre Malo que es lo que recuerdo. No entiendo nada. Miro a car. Él tampoco entienda nada.

El hombre malo coge algunas cosas y se va. Cierra la puerta. Se oye un golpe seco.

Cojo a car, me acerco a mama. El hombre malo la levantó del suelo y la llevó a la cama. Le toco la cara y le acaricio el pelo. Esta fría. No se mueve. La cubro con una sábana. Está durmiendo. Juego con su pelo.

Ella me enseñó a hacer trenzas. Le gustan las trenzas. Le hago unas trenzas para darle una sorpresa cuando se despierte.

Estoy cansado. Vuelvo al rincón del salón y abrazo a car. Me duele la barriga. Mi boca está seca. Pegajosa. Tengo sed. Intento levantarme pero no puedo. Cierro los ojos y siento que mi estómago me duele aún más. Tengo miedo. Quiero que venga mamá. Trato de decir su nombre pero no me salen las palabras. Empujo a Car. Consigo ponerme en pié. Voy a buscar a mamá. No se despierta. No llora. No dice nada. Sus labios están azules. Mi cabeza me duele mucho. Mama puede arreglarlo. Solo tiene que levantarse pero no se mueve.

No puedo respirar. Siento como mi garganta se cierra. Siento como el aire que queda dentro de mis pulmones está caliente. Estoy mareado. Comienzo a sudar. ¿Mi cuerpo está llorando? Mi piel está húmeda. No puedo abrir los ojos.

No es hambre. He sentido hambre otras veces.

Mamá una vez me habló de una amiga que había tenido cuando era pequeña.

“Era una chica algo más pequeña que yo con la que jugaba en los columpios que había en el jardín de atrás de casa.” Me dijo.

Le pregunte que eran unos columpios, y ella me hizo cerrar los ojos.

“Imagina un trozo de madera con cadenas a ambos. Suspendido en el aire, colgando de la rama de un árbol, balanceándose en el aire cada vez más y más alto.”

Le pregunté si daba miedo. Me dijo que no. Me dijo que le gustaba cerrar los ojos y sentir la brisa del aire en la cara. Ella y su amiga reían, hablaban y comían helado en el columpio.

Desde entonces cuando me duele el pecho, los brazos o la barriga cierro los ojos y pienso en un columpio. En lo que creo que es un columpio.

Me gustaría alguna vez poder subirme a un columpio.

 

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