Me inclino sobre el rastro de fría vainilla que ha quedado sobre su cuello, y lo lamo, despacio.

- Mmmm… Lo cierto es que si viene de usted, la vainilla es aún más sabrosa, señorita Steele.

Hundo otra vez la cuchara en el bloque de helado, que está cada vez más blando. La lleno hasta arriba, y dejo que las gotas caigan sobre la pálida piel de sus pechos. Se estremece al contacto con la fría crema, tira inútilmente de los brazos, que hacen crujir el cabecero de la cama. Pero las ligaduras no se van a soltar: en materia de nudos, sé lo que me hago. O lo que le hago a ella, más bien.

Cuando no queda más que un pedacito sobre la cuchara, la giro para que caiga en su esternón, y con el reverso, lo extiendo hacia los lados, cubriendo de vainilla sus pechos, su pezones durísimos. Ana cierra fuertemente los ojos y deja escapar una especie de gruñido.

- ¿Tienes frío, Ana?

Asiente con la cabeza, y yo me inclino para lamer todo el helado con mi lengua. Abro mi boca cubriendo sus pezones, y dejo que el calor que emana termine por derretirlo y se funda con mi saliva. Cierro mis labios sobre sus pezones, que parecen cobrar vida al contacto de mi lengua. No paro hasta que no queda ni un rastro de la vainilla derretida sobre su pecho. Entonces sigo lamiendo en dirección a su cuello, a su boca. Ella se excita más y más, sus caderas suben y bajan buscando inútilmente mi entrepierna, que se escapa de ella para volver más emocionante este juego.

- ¿Te gustaría comer un poco? –pregunto y, sin darle tiempo a contestar, meto mi lengua dentro de su boca caliente, que se cierra ávida sobre la mía. Su beso intenso me da una idea de cuánto me desea… casi tanto como yo a ella.

Pero yo quiero más. Quiero ir más allá. Quiero forzar la máquina, y someterla a este contraste de frío calor. Me siento poderoso, y me gusta. Y a ella le gusta también. Así que tomo una nueva cucharada de helado. Esta vez voy a acercarme a su sexo. Poco a poco. Desde el ombligo, primero. Ella se estremece cuando nota el contacto frío de la cuchara sobre su estómago. Se retuerce.

- Ana, vamos a ver… no es la primera vez que haces esto –le digo, mientras su cuerpo atado cabriolea para evitar el frío sobre la piel-. O te estás quietecita, o tus sábanas van a terminar llenas de helado.

Beso su frente, beso sus labios, su barbilla. Al llegar a sus pechos no puedo evitar succionar sus pezones, que aún saben a vainilla, a deliciosa vainilla. Ella lucha por estarse quieta pero tiene el corazón acelerado, la respiración entrecortada, y su estómago parece querer tiritar. Con sus convulsiones el helado ha empezado a resbalar hacia su pubis. Perfecto. Ahí es donde quiero llegar. Y sigo el reguero del ombligo hacia abajo. Dejo el bote en el suelo, necesito las dos manos para hacer lo que tengo en mente. Su piel huele a una mezcla entre sexo y vainilla. Mientras bajo con la lengua a través de su vello púbico hacia el clítoris, busco con las manos la forma de abrir un poco sus piernas. Abro levemente sus labios para dejar el clítoris a la vista y, cuando la primera gota de helado llega hasta allí, lo lamo, entero, de arriba abajo, hasta la abertura de su vagina, e introduzco un poco mi lengua. Adoror su sabor.

- Ahh –grita ella al notarme dentro.

- Shh, calla Anastasia –quiero que llegue al clímax en silencio, que guarde todas estas sensaciones dentro de ella para que la mezcla haga su magia.

Su clítoris se endurece bajo mi lengua, respondiendo a cada embestida.

- Christian, oh, por favor, por favor… -suplica que termine. Pero no me voy a apurar. Es demasiado placentero así.

- Ya lo sé, nena, ya lo sé. Aguanta.

Mis manos, que hasta ahora estaban firmes abriendo sus labios para mí, empiezan a moverse, acercándose al límite de la entrada de la vagina. Y mientras sigo lamiendo su punto erógeno, deslizo uno de mis dedos en su interior. Noto como su vientre se encoge de placer. Y entonces, al mismo tiempo que succiono, introduzco otro dedo. Entro y salgo de ella con tanta facilidad que yo mismo noto que mi excitación no va a aguantar mucho antes de explotar. Y disfruto en silencio del olor de su cuerpo, del sabor de sus flujos mezclados con mi saliva y la vainilla. La penetro con la mano una y otra vez, girando en su interior la mano para buscar el punto más sensible. Cuando doy con él, me detengo.

- Es aquí, es justo aquí, Ana.

Por el ritmo de su respiración sé que está a punto de llegar al orgasmo, y firmemente acaricio y masajeo su punto g, lamo y succiono su clítoris cada vez más fuerte, de abajo arriba, hasta que las contracciones de las paredes de su vagina presionan mi mano.

- Aaaaagh –grita, arqueándose todo lo que las ataduras le permiten.

Ahora es mi momento. Ahora que está totalmente lubricada, totalmente entregada a mí, ahora que su vagina se ha estrechado con el orgasmo, voy a poseerla. Me pongo rápidamente un condón, abro sus piernas con las manos y miro por un momento su sexo para, sin guiarme con nada más que mi propia excitación, follármelo.

- Oh, sí, Ana… -murmuro al sentir cómo mi pene se hunde hasta la base en su cuerpo.

Pero quiero entrar más, quiero sentirla más cerca. Con un hábil gesto salgo de ella, la levanto con mis brazos para girarla un poco, y le desato las manos. La siento sobre mí, de forma que todo su peso cae a plomo sobre el mío, escasos sesenta kilos haciendo que mi pene entre más dentro de ella. Sus pechos brillantes por el helado quedan a la altura de mi cara, los toco, los cubro con mis manos, empujando a la vez con mi pelvis en un movimiento oscilatorio para volver a tocar su punto erógeno. Ella echa la cabeza para atrás, ida por el placer. Gime, respira profundo, acompaña mis embestidas con un involuntario movimiento de sus caderas para recibirme en su interior.

He poseído a muchas mujeres. He follado muchas veces, en todas las posiciones imaginables, en todos los sitios imaginables, de todas las formas inventadas. Pero nunca había sentido tanto placer como con ella. Siento que poseo cada milímetro de su cuerpo, lo toco y su contacto me produce tanto placer como si fuera el mío mismo. Tiro de sus pezones un momento, un punto de dolor, un segundo de placer intensísimo. Quiero que sienta todo el placer del mundo. Y me descubro besando su cuello, el arranque de su oreja, queriendo decirle que la quiero.

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6 Comentarios

  1. rossy dice:

    por favor que pasa con los capitulos del 30-5 en adelante

  2. Martha Liliana dice:

    waooooooo!!!!!!!! geniaal…..me fascina la manera como describes cada sensaciòn!!!!!! y chris ya siente la necesidad de expresarle su amor….que buen capitulo!!!!!

  3. irma dice:

    espero con ansias el siguiente capitulo!!!!

  4. MARY dice:

    simplemente espectacular

  5. Nachiz dice:

    Cada capitulo es fantastico, lo q Grey vey siente,,, Pero y los siguientes capitulos???? por favoooorrr!!!!!! queremos masssss…

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