Lo primero que ha aparecido en mi mañana, ha sido un extenso correo de Anastasia en donde muestra sus sentimientos, en especial, cómo se siente ante ciertas reacciones mías.

Me molesta que solo pueda decirme estas cosas cuando está lejos y no podemos mirarnos a los ojos, ni oír el tono de nuestra voz al decirlas.

Creo que sería mucho más maduro poder establecer estos diálogos cuando estamos en presencia.

Pero, evidentemente, a la señorita Steele le genero muchas más cosas de las que aparenta. Y se preocupa demasiado por cosas que no deberían tener importancia.

Me acusa por sentir que con mis regalos le estoy pagando por sexo. Realmente, no comprendo cómo podría pensar una cosa así. ¿Tan equivocada puede estar?

Por un momento, lamento que esté en Georgia. Si estuviera a una distancia razonable, no dudaría en ir hacia ella y discutir estas cosas en persona.

Pero hoy no puedo. Además me espera un día complicado de trabajo.

Así que me dispongo a responder, para ver si logro aclarar todas sus dudas.

De: Christian Grey

Fecha: 31 de mayo de 2011 07:30

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¡Por fin!

Anastasia:

Me fastidia que, en cuanto pones distancia entre nosotros, te comuniques abierta y sinceramente conmigo. ¿Por qué no lo haces cuando estamos juntos?

Sí, soy rico. Acostúmbrate. ¿Por qué no voy a gastar dinero en ti? Le hemos dicho a tu padre que soy tu novio. ¿No es eso lo que hacen los novios? Como amo tuyo, espero que aceptes lo que me gaste en ti sin rechistar. Por cierto, díselo también a tu madre.

No sé cómo responder a lo que me dices de que te sientes como una puta. Ya sé que no me lo has dicho con esas palabras, pero es lo mismo. Ignoro qué puedo decir o hacer para que dejes de sentirte así. Me gustaría que tuvieras lo mejor en todo. Trabajo muchísimo, y me gusta gastarme el dinero en lo que me apetezca. Podría comprarte la ilusión de tu vida, Anastasia, y quiero hacerlo. Llámalo redistribución de la riqueza, si lo prefieres. O simplemente ten presente que jamás pensaría en ti de la forma que dices y me fastidia que te veas así . Para ser una joven tan guapa, ingeniosa e inteligente, tienes verdaderos problemas de autoestima y me estoy pensando muy seriamente concertarte una cita con el doctor Flynn.

Siento haberte asustado. La idea de haberte inspirado miedo me resulta horrenda. ¿De verdad crees que te dejaría viajar como una presa?

Te he ofrecido mi jet privado, por el amor de Dios. Sí, era una broma, y muy mala, por lo visto. No obstante, la verdad es que imaginarte atada y amordazada me pone (esto no es broma: es cierto). Puedo prescindir del cajón; los cajones no me atraen. Sé que no te agrada la idea de que te amordace; ya lo hemos hablado: cuando lo haga —si lo hago—, ya lo hablaremos. Lo que parece que no te queda claro es que, en una relación amo/sumiso, es el sumiso el que tiene todo el poder. Tú, en este caso. T e lo voy a repetir: eres tú la que tiene todo el poder. No yo. En la casita del embarcadero te negaste. Yo no puedo tocarte si tú te niegas; por eso debemos tener un contrato, para que decidas qué quieres hacer y qué no. Si probamos algo y no te gusta, podemos revisar el contrato. Depende de ti, no de mí . Y si no quieres que te ate, te amordace y te meta en un cajón, jamás sucederá.

Yo quiero compartir mi estilo de vida contigo. Nunca he deseado nada tanto. Francamente, me admira que una joven tan inocente como tú esté dispuesta a probar. Eso me dice más de ti de lo que te puedas imaginar. No acabas de entender, pese a que te lo he dicho en innumerables ocasiones, que tú también me tienes hechizado. No quiero perderte. Me angustia que hayas cogido un avión y vayas a estar a casi cinco mil kilómetros de mí varios días porque no puedes pensar con claridad cuando me tienes cerca. A mí me pasa lo mismo, Anastasia. Pierdo la razón cuando estamos juntos; así de intenso es lo que siento por ti.

Entiendo tu inquietud. He intentado mantenerme alejado de ti; sabía que no tenías experiencia —aunque jamás te habría perseguido de haber sabido lo inocente que eras—, y aun así me desarmas por completo como nadie lo ha hecho antes. Tu correo, por ejemplo: lo he leído y releído un montón de veces, intentando comprender tu punto de vista. Tres meses me parece una cantidad arbitraria de tiempo. ¿Qué te parece seis meses, un año? ¿Cuánto tiempo quieres? ¿Cuánto necesitas para sentirte cómoda? Dime.

Comprendo que esto es un acto de fe inmenso para ti. Debo ganarme tu confianza, pero, por la misma razón, tú debes comunicarte conmigo si no lo hago. Pareces fuerte e independiente, pero luego leo lo que has escrito y veo otro lado tuyo. Debemos orientarnos el uno al otro, Anastasia, y solo tú puedes darme pistas. Tienes que ser sincera conmigo y los dos debemos encontrar un modo de que nuestro acuerdo funcione.

Te preocupa no ser dócil. Bueno, quizá sea cierto. Dicho esto, debo reconocer que solo adoptas la conducta propia de una sumisa en el cuarto de juegos. Parece que ese es el único sitio en el que me dejas ejercer verdadero control sobre ti y el único en el que haces lo que te digo. «Ejemplar» es el calificativo que se me ocurre. Y yo jamás te llenaría de moratones. Me va más el rosa. Fuera del cuarto de juegos, me gusta que me desafíes. Es una experiencia nueva y refrescante, y no me gustaría que eso cambiara. Así que sí , dime a qué te refieres cuando me pides más. Me esforzaré por ser abierto y procuraré darte el espacio que necesitas y mantenerme alejado de ti mientras estés en

Georgia. Espero con ilusión tu próximo correo.

Entretanto, diviértete. Pero no demasiado.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

He tratado de ser espontáneo y no pensar demasiado en todas las cosas que he ido diciendo. Incluso, creo que ha sido más fluido que si la hubiera tenido delante de mí.

Aprieto la tecla de enviar y me sucede algo que nunca hubiera imaginado que sucedería. De hecho, es la primera vez que siento algo así.

Una extraña angustia de perderla me invade. ¿Habré dicho lo correcto? ¿Y si malinterpreta mis palabras una vez más?

Maldición, Anastasia Steele, ¿por qué no podemos estar teniendo esta conversación en persona? ¿Por qué no enfrentas la situación de una vez en lugar de ir a refugiarte en Georgia?

No puedo creer lo que me está sucediendo.

Nunca había experimentado esta inseguridad, esta angustia, este miedo con ninguna otra mujer.

Le he dado todo lo que he podido, incluso, he aceptado que quiero más, y ella, sigue dudando. ¿Por qué?

Estoy hechizado, se lo he dicho, pero no lo cree. O le preocupa que pueda lastimarla.

Conoce mi estilo de vida, lo supo desde el primer día que estuvo en mi casa, nunca le he mentido, no comprendo por qué tiene tanta resistencia a creerme.

Me sumerjo en una sensación que no recordaba desde hace muchísimo tiempo. Quizás, desde mis primeros años de vida.

Una sensación de desprotección que me genera cierto malestar.

Si tuviera tiempo, acordaría una cita con el doctor Flyn para hoy a la tarde. Pero, ¡mierdad! Mi día es complicadísimo. Tengo todo ese asunto del proyecto para resolver. Y la situación no tiene muy buen pronóstico, ni se ve nada bien.

Tengo que ser muy cauteloso.

De repente, comprendo que mi vida sería muy horrible sin ella.

Tengo que encontrar soluciones. No puedo perder el control.

Si te ha gustado, compártelo!
FacebookTwitterGoogle+

Recibe los capítulos directamente en tu buzón

 

2 Comentarios

  1. lolita dice:

    uy, aqui si ya no cuadra el Christian frio que describes con el que escribe esa respuesta a Anastacia, pero como ya estoy enganchada,, sigo leyendo!!

  2. laurita dice:

    en particular el cristian del principio no me gustaba, por que yo me quede con un cristian enamorado, dando todo por anastacias amandola de todas las formas, y como todo el personaje va evolucionando, madurando en sus sentimientos aceptandolos

Deja un comentario